Cuando la dignidad te alcanza

El día 25 de mayo de 1938, cuando el salvaje y cobarde bombardeo de la ciudad de Alicante
por los facciosos, hubo un gran trajín de heridos en el hospital. A la hora de la compra, en
el mercado central y aledaños, las bombas cayeron indiscriminadamente sobre la indefensa
población civil y las casas. Fue una carnicería total. Recuerdo que ese día no había escuela y
mi hermana pequeña se quedó conmigo en el hospital. La niña se llevó pinturas y algunos
cuentos. Luego comería con nosotros, pues la comida comenzaba a escasear. La dejé en la
azotea entretenida y disfrutando del radiante sol de mayo. Hacia las once, subí para ver cómo
se encontraba y, cuando le estaba enseñando más o menos por dónde quedaba nuestra casa
(calle Pelota), vimos y oímos grandes llamaradas y explosiones en el mismo lugar que se situaba

nuestro domicilio. Nos volvimos locos…, llegaban muchos heridos. Las ambulancias
los traían y ya no sabíamos dónde ponerlos. En los pasillos, en el hall, allí donde podíamos y
todo sin dejar de llorar pensando en mis padres y hermano pequeño.
Cada vez que llegaba un herido buscaba entre ellos a mis padres…, nos costó muchísimo
llegar a casa. A la altura de la calle Alfonso el Sabio no podíamos pasar y llegamos hasta la
Explanada; todo era muerte, caos y desolación. Por allí quedaban las oficinas del Socorro
Rojo. Sorteando escombros llegamos a la calle en donde vivíamos. El espectáculo era dantesco;

más de lo mismo. El humo y los escombros lo impregnaban todo, pero por encima de
eso quedaba el fuerte olor a pólvora y los gritos de nuestra vecina Carmen, quien acababa de
perder a sus dos hijos de corta edad, que, por no haber ese día colegio, jugaban a la puerta de
la casa y fueron alcanzados mortalmente por la metralla asesina. Apenas le prestaba atención,
solo le preguntaba por mis padres. La pobre mujer tuvo arrestos para decirme que mis padres
estaban en el refugio, se encontraban bien.
El hecho abominable, salvaje y cobarde del bombardeo franquista (aviación italoalemana),
sobre una población civil indefensa que solo trataba de sobrevivir al hambre, la guerra y la
mucha necesidad, causaría centenares de víctimas. Alicante, como publicaría el periódico
comunista Nuestra Bandera, el 26 de mayo de 1938 era una ciudad carente de objetivos mi

litares, sin depósitos de armas, sin fábricas de municiones, sin cuarteles

SKU
978-84-198946-3-2

11,90 

Información adicional

Formato

15x21

Página

216

Idioma

Castellano

Edición

1

Categoría

Acacia

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